El significado de nuestra independencia

El significado de nuestra independencia

Hoy 9 de julio de 2016, celebramos el Bicentenario de nuestra Independencia patria.

Nosotros, quienes pertenecemos a la generación del Bicentenario debemos enarbolar las mismas banderas de nuestros próceres, de nuestros héroes, de nuestros mártires, de nuestros patriotas.

No fueron fáciles los momentos previos a la declaración de la independencia.

No participaron representantes de Chile ni de Paraguay, tampoco las provincias del Litoral ni la Provincia de Santa Fe.

La reinstauración monárquica con la Inquisición tras la liberación de Fernando VII, el despliegue del ejército español en pos de recuperación de sus colonias y la instalación de una visión reaccionaria hacían difíciles las decisiones en nuestra tierra.

Pero los Congresales Constituyentes de Tucumán tuvieron una visión de Patria Grande: “Declararon la Independencia de las Provincias de Sudamérica”.

No aceptaron ninguna injerencia extranjera y pese a no decidir respecto a un sistema de gobierno ni la sanción de una Constitución dieron un paso fundamental para consolidar nuestra autonomía.

Esta breve síntesis, nos permite reflexionar sobre el contexto actual de los festejos de nuestro bicentenario.

El Presidente de la Nación no siente la patria, no siente él como propia la independencia, no transmite amor ni sentimiento hacia nuestro pueblo.

Haber desmovilizado al pueblo argentino en estas celebraciones en nombre de la austeridad constituye lisa y llanamente una actitud canallesca para ocultar su verdadero pensamiento.

Nadie duda que en el mundo actual, interdependiente y globalizado la tendencia de los estados nacionales es a converger en sistemas de integración de alcance continental y universal como lo dijera Perón hace 70 años.

Pero eso no implica resignar la identidad que implica rescatar la memoria colectiva de nuestro pueblo en base al origen fundacional de nuestra patria. Saber de dónde venimos es esencial para construir el presente proyectando el futuro.

La identidad es clave para forjar un proyecto político de unidad de los argentinos. Abrir o cerrar brechas tiene que ver con la identificación de los intereses de todos pero también con la capacidad de construir un destino común pese a las diferencias.

Identidad, patria, soberanía, independencia, libertad no son conceptos vacíos sino constituyen elementos esenciales que deben considerarse en el marco de un territorio, de una nación, de un estado, de un pueblo.

Este gobierno cedió soberanía con los fondos buitres.

Este gobierno cedió soberanía alimentando la fuga de capitales que benefician a corporaciones trasnacionales.

Este gobierno cedió soberanía son el mega-endeudamiento de casi 30000 M de dólares en 6 meses de gestión.

Ceder soberanía, implica resignar independencia y restringir autonomía.

Y esto es lo que está ocurriendo.

No es posible aceptar el reemplazo de nuestros próceres en los billetes del BCRA por la flora y por la fauna, pues implica afectar nuestra referencia histórica, comprender la obra de nuestros gobernantes para identificar el camino de progreso material y espiritual de nuestro pueblo.

No es posible pretender acuerdos comerciales trasnacionales sin previo consenso, acuerdo y fortalecimiento de la unidad política latinoamericana a los efectos de lograr un sistema económico y social que privilegie precisamente la protección de nuestros intereses nacionales.

No es posible ceder a las pretensiones de grupos extranjeros que pretenden quedarse con las tierras productivas de nuestro país pues éstas constituyen nuestras reservas estratégicas para alimentar a nuestro pueblo y al mundo.

No es posible resignar impuestos a grupos trasnacionales que explotan nuestra riqueza minera pues esto significa ceder el marco regulatorio indispensable para proteger nuestros recursos naturales y asignar los recursos fiscales para el desarrollo autónomo del país.

No es posible pensar un proyecto de país sin incorporar a nuestras provincias, a nuestros pobres, a nuestros excluidos, a nuestros ríos, a nuestro mar continental, a nuestros bosques, a nuestras industrias, a nuestros empresarios, a nuestros trabajadores.

Ser independiente, significa decidir por nosotros mismos. Y si somos dependientes, otros deciden por nosotros.

El 9 de Julio de 1947 Juan Perón declaró la Independencia Económica en San Miguel de Tucumán logrando la nacionalización de los ferrocarriles, la marina mercante, los servicios estratégicos del estado para lograr más autonomía en beneficio del pueblo argentino.

Con Perón no había deuda externa, no integrábamos ni el FMI, ni el Banco Mundial ni tampoco le debíamos al Club de París.

Con Néstor y Cristina el país se desendeudó, se ahorraron divisas para el país para volcarlos al bienestar de nuestro pueblo, se terminó con la tutela del FMI.

Ahora estamos transitando el camino contrario. Más deuda. Más FMI.

No es el menor homenaje que le podemos brindar a Moreno, Monteagudo, Castelli, Belgrano, Güemes ni San Martín.

No es la mejor manera de recordar el centenario del primer triunfo de Hipólito Yrigoyen con el voto libre, obligatorio, secreto y único de la Ley Sáenz Peña.

No es la mejor manera de festejar en nuestra patria la independencia ni rendir homenaje a quienes ofrendaron su vida por defenderla.

No es solamente gritando VIVA LA PATRIA cómo se la defiende.

Nuestra independencia es una tarea cotidiana porque la patria no se vende.

 

Por Jorge Capitanich

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