El neoliberalismo en la encrucijada

El neoliberalismo en la encrucijada

No cabe la menor duda que el neoliberalismo expresa en la actualidad una hegemonía discursiva y de praxis política que ha pulverizado inclusive variantes alternativas de las socialdemocracias europeas. El ataque sistemático a movimientos populares, a expresiones de género, a identidades colectivas de sujetos sociales activos mediante la agudización de contradicciones excluyentes pone de manifiesto la necesidad de articular una nueva matriz de pensamiento a nivel planetario que sea capaz de exponer con nitidez nuevas voces que superen el reduccionismo imperante.

Pero no es fácil construir una nuevo paradigma de pensamiento en un contexto de cambios vertiginosos que pone de manifiesto tres cuestiones esenciales: a) la contradicción entre democracia versus corporaciones en donde éstas se apropian del estado para el beneficio de intereses minoritarios desnaturalizando la representatividad de las mayorías populares. B) La agudización de la polarización ideológica entre tendencias conservadoras, de derechas cada vez más extremas con izquierdas cuya lógica de construcción no alcanza a impedir el avance de políticas que pretende frenar, y c) la tendencia cada vez más evidente entre incluidos conservadores y excluidos sin representación política.

Si aceptamos la existencia de una democracia pluralista, de una sociedad moderna cuya complejidad, heterogeneidad y diversidad es difícil sintetizar en una identidad colectiva y de una hegemonía neoliberal cuya virtud en sí misma para su preservación consiste en quebrar el principio de solidaridad entonces debemos ser capaces de entender la fenomenología de estos procesos sociales para incorporarlos en un proyecto alternativo.

 

Tres enfoques

Me pareció interesante para este análisis incorporar tres enfoques distintos: el de Steven Pinker, el de Byung-Chul Han y el de David Harvey para describir las opciones analíticas que puedan inspirar la necesidad de construir los cambios de paradigma.

Pinker sostiene la defensa de los valores de la ilustración: razón, ciencia, progreso y humanismo, con un ataque deliberado al populismo cuya versión extrema se manifiesta de manera distinta en Europa, Estados Unidos respecto a nuestra concepción filosófica e ideológica. Obviamente, su perspectiva no está centrada en la desigualdad y afirma que “los progresistas detestan el progreso”. Su mirada convalida una tendencia de “liberal hobbesbiano” como algunos lo califican pero no debe invalidar sus aportes. Se manifiesta contra el progresismo y el populismo pero no implica que aceptemos parte de su visión para confrontar ideas y recomendar alternativas.

Chul Han en “Psicopolítica” sostiene que el neoliberalismo “es un sistema muy eficiente, incluso inteligente, para explotar la libertad. Se explota todo aquello que pertenece a prácticas y formas de libertad como la emoción, el juego y la comunicación”. Para Marx “la libertad individual representa una trampa del capital”.

Como sostiene David Harvey en “Breve historia del neoliberalismo” “la naturaleza profundamente antidemocrática del neoliberalismo, respaldada por el autoritarismo neoconservador debería construir el núcleo de la lucha política. La creciente fractura entre la retórica (en beneficio de todos) y los resultados (el beneficio de una pequeña clase dominante) es actualmente muy visible. En consecuencia, la construcción de un pensamiento alternativo consiste en recuperar el valor de la libertad, el sentido de la igualdad, la legitimidad de la fraternidad y el sendero más profundo de la justicia.

 

Paradigma alternativo

La igualdad y equidad de género, la distribución justa y equitativa de la riqueza, la distribución de la propiedad con sentido social, la preservación y el cuidado del ambiente, el respeto irrestricto a los derechos humanos, el desarrollo económico y social de los pueblos del mundo, la sostenibilidad de la identidad cultural en un proceso de globalización planetario, la promoción de la paz y la fraternidad de los pueblos y naciones del mundo, la convivencia pacífica y civilizada entre culturas diferentes y dentro de la diversidad de género y conductas humanas, constituyen parámetros para un paradigma alternativo.

Se trata de reconstruir la felicidad de la familia humana que se destruye con la concentración económica, con la inequidad y con las desigualdades que agudizan la pobreza y la exclusión social.

 

Por Jorge Capitanich

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