La memoria digital había sido incautada en la casa del abogado Salvatore y en ella podían estar guardados los detalles de cómo una organización lavaba el dinero proveniente del tráfico internacional de drogas.
Nadie lo sabía con certeza, pero los investigadores del caso suponían que en el pendrive marca Kingston de 4 GB de Pero los detectives judiciales se quedarán con la intriga: el dispositivo de almacenamiento externo secuestrado en la casa del presunto jefe de la banda, en la residencial avenida Melián, en Belgrano R, desapareció. Nunca llegó a los tribunales de Comodoro Py, en Retiro.
El fiscal federal Diego Iglesias, que había sido el representante del Ministerio Público que solicitó el allanamiento en la casa del abogado Carlos Salvatore, ahora pidió que se investiguen las “circunstancias de la desaparición del pendrive marca Kingston-Datatraveler de 4 GB oportunamente secuestrado en el domicilio de Melián 2157”, donde el acusado cumple arresto domiciliario.
El allanamiento en la casa de Salvatore, de 59 años, fue realizado por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) el 21 del mes pasado. Fue ordenado por el juez federal Ariel Lijo, tras un pedido del fiscal Iglesias, después de una escucha telefónica en la que se advirtió una supuesta intención del abogado de matar a la jueza federal de Presidencia Roque Sáenz Peña, Zunilda Niremperger.
Esa magistrada tiene a su cargo dos de los expedientes donde está acusado Salvatore: la causa Carbón Blanco (el contrabando de 1051 kilos de cocaína de Buenos Aires a Portugal) y el presunto lavado de activos provenientes del narcotráfico.
“Me voy a ocupar de la defensa de todos. Los voy a sacar. Después la mato a ella. Yo pago este homicidio, pero ella se muere. Te amo, mi vida. No me afloje ninguno, por favor. Yo cuido a los chicos”, fueron las palabras que Salvatore, según la Justicia, le dijo en una conversación telefónica a su mujer, Silvia Valles, cuando estaba detenida en la Unidad N° 11 del Servicio Penitenciario Federal, en Presidencia Roque Sáenz Peña, en Chaco, a la espera de ser indagada en la causa de lavado de activos.
Esa conversación fue el jueves 19 de marzo pasado. El allanamiento, ordenado por el juez Lijo, se produjo 48 horas después. Los detectives de la PSA secuestraron en la casa de Salvatore, según consta en el acta del procedimiento, 66.500 dólares, 12.185 euros, seis teléfonos celulares y un pendrive.
“El secuestro de la llave de memoria quedó reflejado en el acta y en la declaración de los testigos de actuación. Todo el material que se incautó se puso en un caja, que fue lacrada y llevada a Comodoro Py”, afirmaron calificadas fuentes de la investigación.
Pero cuando los colaboradores del juez Lijo abrieron la caja lacrada, donde debían estar todos los elementos secuestrados en la lujosa casa de Salvatore, no encontraron el pendrive, según afirmaron las fuentes judiciales consultadas.
“Debe tenerse en cuenta la importancia de la información que podría haber contenido aquel soporte informático, tanto para esta investigación como para aquella llevada a cabo por el juzgado federal de Presidencia Roque Sáenz Peña”, afirmó el fiscal Iglesias en su dictamen, al que tuvo acceso LA NACION, en el que también solicitó que Salvatore sea indagado por el delito de amenazas contra la jueza federal Niremperger.
“Corresponde recordar que amenazar es dar a entender con actos o con palabras que se quiere hacer algún mal a otro; se trata del anuncio de que se le infligirá un mal, siendo éste dependiente de la voluntad del individuo que amenaza”, explicó el fiscal Iglesias, citando un libro de Edgardo Donna sobre Derecho Penal.
En los próximas días, el juez Lijo deberá resolver sobre los pedidos que hizo el fiscal Iglesias en su dictamen. Mientras tanto, Salvatore espera la resolución sobre su indagatoria por lavado de dinero y el juicio por el caso Carbón Blanco.
Artículo de La Nación, firmado por Gabriel Di Nicola.
